En la época de Rita, el Monasterio estaba dedicado a santa María Magdalena. La parte antigua se remonta a finales del siglo XIII. Fue ampliado en la primera mitad del siglo XVIII gracias a las generosas ofertas de Juan V, rey de Portugal, curado de cáncer a la mejilla por intercesión de la Santa. La última ampliación fue realizada en la segunda mitad del siglo XX, con la construcción del Santuario.
Hoy en día, como antaño, las Monjas Agustinas expresan su consagración a Dios mediante el silencio, la oración y el servicio diario al prójimo.
El claustro
El claustro es uno de los lugares en que vivió santa Rita. La tradición narra que la madre superiora le pidió a Rita, al poco tiempo de ser novicia, que regara una planta seca que había en el jardín. Rita obedeció humildemente, sacando el agua del pozo. Así, un día, Dios transformó la planta seca en una vid lozana.
Diseminados en la pared junto a las escaleras, podrás notar pequeños orificios; aquí viven las abejas de las paredes. Una antigua creencia popular, establece una relación entre las abejas y el primer milagro atribuido a Rita durante su vida:
Mientras la pequeña Rita duerme en la cuna en el jardín, se acercan cinco abejas blancas que comienzan a entrar y salir de la boca de Rita, sin picarla. Mientras tanto, un campesino que estaba trabajando se corta una mano con la hoz. El hombre va a buscar ayuda y, al pasar junto a la niña, nota las abejas y trata de ahuyentarlas. Cuando retira la mano hacia sí, se da cuenta con asombro de que había sanado.
El Coro antiguo
En el Coro antiguo santa Rita toma el hábito de monja agustina. Tras quedarse viuda, Rita pidió entrar en el Monasterio, pero la abadesa se opuso, quizá porque en el Monasterio había una religiosa pariente de Paolo (marido de Rita) que, como el resto de la familia, no aceptaba el hecho de que Rita no declarara quiénes habían sido los asesinos del hombre. Después de haber hecho la paz entre las familias implicadas en el conflicto, Rita por fin consiguió entrar en el Monasterio. La tradición relata que Rita fue transportada por el aire dentro del Coro antiguo por sus santos patronos Agustín, Juan Bautista y Nicolás de Tolentino.
El Oratorio del Crucifijo
En el Oratorio del Crucificado la tradición narra que santa Rita recibió el estigma en la frente: el Viernes Santo de 1442, después de haber escuchado la predicación del franciscano san Jaime de la Marca, Rita deseó ardientemente sufrir con Jesús. El Crucificado atendió su deseo: una espina (procedente de la corona de espinas de Jesús) se clavó en la frente de Rita y le provocó el estigma que llevará en la frente por 15 años, hasta su muerte.
El anillo de matrimonio y la corona del rosario de santa Rita se encuentran en la celda, donde también podrás ver laurna dorada en estilo barroco, que contuvo el cuerpo de la Santa de 1745 a 1930.
Al lado está la celda de santa Rita, donde la Santa vivió y murió. Aquí se encuentra la Caja solemne (ataúd) en la que se conservó el cuerpo de Rita desde su muerte, en el siglo XV, hasta 1745. Fue construida por Mastro Cicco Barbaro que tenía las manos tullidas y quedó curado mientras rezaba ante el cuerpo de la Santa. En la Caja está la primera representación de santa Rita.
La rosaleda
Al salir se puede ver la rosaleda creada para recordar el milagro de la rosa y los higos: en sus últimos días de vida, Rita le pidió a su prima que le trajera dos higos y una rosa del huerto de la casa paterna de Roccaporena. Sin embargo, era invierno, por lo que la prima pensó que Rita estaba delirando por la enfermedad. Al regresar a su casa, la pariente encontró en el huerto cubierto de nieve una rosa y dos higos y, estupefacta, regresó a Casia para llevárselos a Rita.
La rosaleda del Monasterio fue creada a partir de las rosas del huerto del milagro de Roccaporena, ciudad natal de Rita a unos 5 km de Casia.